Por Heidi Balvanera | Viernes 03 de febrero de 2012
…¡Creo que al fin lo logré! Ya estoy totalmente adaptada a ser mamá, por supuesto que no ha sido fácil y, sin querer, ¡he empezado a hacer cosas un poco inexplicables!
=)
¡Me convertí en lo que nunca me imaginé! Soy la típica mamá que le enseña las fotos de su bebé hasta a los extraños y que su plática ahora es sólo de pañales y lactancia… ¡Sí! Nunca digas nunca, ¿cierto?
¡También me he vuelto una despistada total! Y eso que yo pensaba que sólo se me iba a ir la onda durante el embarazo…
Ahora soy la amiga que no llama a sus comadres con frecuencia y a la cual se le olvidan los cumpleaños o las fechas importantes. Y es que estoy totalmente inmersa en este nuevo mundo en el que, de manera normal, todo se me pasa y cometo atrocidades por mis descuidos. Eso sí, en cuanto mi hija suspira ¡me roba absolutamente toda mi atención! Creo que es parte de ser mamá.
¿Sabían que el cerebro de una mujer se reduce un poco cuando está embarazada? ¡Pero no se preocupen chicas! ¡Esto es totalmente normal y también es pasajero! Y bueno, a poco no explica muchas cosas del famoso “pregnant brain” jijiji.
Mi hija, por otro lado, ha empezado a retener y absorber como esponja cualquier pedacito de nueva información.
Es increíble verla con detenimiento y darte cuenta que en ese preciso instante que recibe cada nuevo estímulo está aprendiendo algo, ¡siempre con sus ojitos llenos de sorpresa!
Apenas es una nenita de tres meses y cada vez que descubre algo nuevo me hace llorar (¡ya van tantas veces!).
Ya ven que el primer mes los bebés realmente no despliegan mucho su personalidad… Pero creo que después de la primera sonrisa intencionada es cuando empieza esa serie de experiencias que una madre no se puede perder ¡y jamás olvidará!
La semana pasada Elena empezó a tomar todo lo que está a su alcance (en especial los peluches) y a llevárselos a la boca, suena como un acto totalmente común pero no puedo explicarles mi emoción cuando la vi hacerlo por primera vez.
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